Parece mentira que
ya hayan pasado ¡¡6 semanas!! Y lo lentos que se hicieron los primeros días...
y hasta llegar al ecuador, y la adaptación y en cuanto vino Cristina...
¡Fiuuuuuu! Los días pasaron volando. Si es que cuando uno empieza a adaptarse a
las cosas y a disfrutar el lado bueno... ¡se acaba! ¡Sniff! Pero bueno, no hay
mal que por bien no venga. Porque después de la experiencia philipeña... ¡¡New
York City nos esperaaaaaaa!! ¡5 días de vacaciones full time neoyorkino en la
mejor compañía! ¡¡Ueeeeee!!
La última anécdota en esta ciudad, que sirvió para dar un punto positivo a los philipeños, la protagonizaron mis gafas al ser olvidadas por una dueña despistada en el bar dónde comimos un hot dog el domingo. No me di cuenta hasta el lunes por la noche, porque entre compras y lluvia no las eché de menos y cuando me di cuenta… ¡Nooooooooooooo! “¿cómo puedo haber sido tan burra de perder mis súper gafas nuevas polarizadas del outlet más brutal que he visitado?” Buaaaaaaaa…Convencida de que iba a ser totalmente infructuosa, unas horas antes de abandonar el que ha sido nuestro hogar las 6 últimas semanas, Anna y yo iniciamos la búsqueda de las queridas y añoradas gafas… Haciendo memoria había sólo 3 o 4 sitios en dónde podía habérmelas dejado. El primero y más fácil, el coche de Maritza. Negativo. El segundo, como no, nuestro más que visitado Victoria’s Secret. Tampoco. ¿El lugar de los jaboncitos? Na nai de la china… Pues bué, el último probable lugar el bareto cutrillo del hot dog del domingo…
La nota positiva de
la que os hablaba la vivimos en todos y cada uno de los lugares en los que
preguntamos, ya que para nuestra sorpresa, toooodos los dependientes a los que
abordamos se esmeraron en la búsqueda de mis gafas en los “cajones de los
objetos perdidos” y para más sorpresa aún, estos cajones estaban llenos de
dichos objetos, e incluso de gafas (aunque no las mías). ¡Pues sí que son
legales estos americanos! Anda que si esto pasara en España… Pues “ja hem vist
prou” las gafitas… jejejeeee. Cunado llegamos al bar, la pregunta del
camarero hizo acelerar mis pulsaciones. “A sunglasses? How are they?” Pues
marrones, en funda negra, Ray Ban, etc… “Let me see” Y… efectivamente!!!!!!
Comprobación de que la descripción cuadrara y cara de decepción del camarero al
dármelas. ¡Yujuuuuuuuuu! ¡Ya tengo gafas otra vez! Y suerte, porque pinta que
harán unos días de un soleao en Nueva York… ¡Let’s go big city!
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